Vida presente y vida futura

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San Juan Calabria nos visita con su reloj
La elección del reloj de san Juan Calabria como objeto significativo es extraña, porque a él no le gustaban los relojes. Ni siquiera quería ver que los religiosos lo usaran. Esto se explica contextualizando esta visión de su época: en ese entonces usar un reloj-pulsera, como se decía, era una señal de riqueza y de ostentación y no reflejaba, precisamente, el estilo de vida del religioso.
A menudo se solía escribir sobre los relojes el dicho latino “ruit hora”, es decir, el tiempo pasa, corre inexorablemente, no se detiene, avanza. Implícitamente es una invitación a usar bien el tiempo, sin perderlo en cosas inútiles o banales.
Por lo tanto, no sólo es de nuestra época luchar contra el tiempo que avanza, sino que san Juan Calabria tenía una manera muy original para servirse el reloj. Tomar al reloj para ver la hora le hacía disparar inmediatamente, en él, el pensamiento en la eternidad, en Dios y en el fin por el cual este tiempo era donado, es decir, ¡la santificación de la propia vida!
 
San Juan Calabria nos habla con su reloj
Si este reloj pudiera hablar, nos diría sobre las muchas veces que ha escuchado hablar a don Calabria acerca del tiempo, ¡no sólo del futuro sino también del presente!
Sería equivocado pensar que tener la mirada fija continuamente en la vida eterna, en el Paraíso, en aquello que vendrá un día signifique que haya que elegir el sufrimiento de hoy para recibir un premio por nuestros sufrimientos un día de mañana. La idea de san Juan Calabria era un llamado continuo al presente y usa justamente la expresión “coordinar la vida presente con la futura”. En el momento presente se puede disfrutar de todos los dones que Dios nos da si tenemos esta mirada coordinada con el objetivo de no perder nunca de vista la bondad de Dios para con nosotros.
Este modo de ver (¿recuerdan los lentes?) cambia también el valor del tiempo, que se nos vuelve una ocasión para colmar cada instante con obras buenas, que revelen la belleza de la vida con Dios.
El acento, entonces, no se coloca sobre “el sacrificio”, sobre la pérdida, sino sobre “la belleza”, sobre el culmen del significado que toda la vida presente asume.
¿Intentamos a sincronizarnos con él?
Miremos el reloj y preguntémonos si nuestro tiempo tiene este maravilloso significado… colmemos de alabanzas y bendiciones a nuestro tiempo que pasa, para hacerlo eternamente feliz… aprendamos a gozar de una felicidad que empieza… ¡ahora!