¡Hazte santo!

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San Juan Calabria nos visita con su carta
Esta pequeña página es muy delicada, ya que, tanto el papel como la tinta utilizada pueden dañarse con la humedad... Pero ha elegido viajar por todo el mundo para llegar a tus manos, ¡porque el mensaje que trae es demasiado importante!
El destinatario original era un alumno de la Casa de Formación que había escrito una carta al Padre Don Calabria, como era costumbre hacer, y es hermoso ver cómo esta pequeña confidencia despierta una ola de entusiasmo en Don Calabria hacia ese pobre alumno quien lleva precisamente el nombre de Giuseppe Bistaffa. Quien conozca un poco la historia de nuestra Familia Religiosa sabe que más tarde el p. Giuseppe Bistaffa será el sucesor de San Juan Calabria como tercer Casero de la Obra.
Pero, ¿qué le dice de tan especial? Le hace la "pequeña" exhortación muchas veces repetida, pero aquí escrita con entusiasmo de puño y letra dos veces seguidas: "Hazte santo, hazte santo, querido Bistaffa".
¿Probemos poner nuestro nombre en lugar del de Bistaffa? Seguro que Don Calabria también nos diría lo mismo a ti y a mí…
 
San Juan Calabria nos habla con su carta                               
¡A San Juan Calabria le gustaba escribir! Porque no se conformaba con llegar a la gente más cercana sino que, con su mensaje, ¡quería llegar a todos lo más posible! Amigos y bienhechores, autoridades civiles y eclesiásticas, gente conocida y gente lejana. Cuando tenía algo importante que compartir, nada lo detenía, ¡ni siquiera no saber el idioma! Por ejemplo, al escritor inglés Clive Staples Lewis, profesor de Oxford (el autor de las "Cartas del diablo a su sobrino" y "Las crónicas de Narnia"), sin saber inglés escribía en latín, y así podían comunicarse...
Para Juan Calabria, compartir intuiciones y deseos por el Reino de Dios era la forma de involucrar al otro en sus sueños y, al mismo tiempo, casi "desapegarse" de su intuición, entregándola a un proceso de discernimiento externo de sí mismo (el padre espiritual, por ejemplo, o el abad Caronti, u otras personalidades eminentes con las que tuvo frecuentes contactos epistolares) precisamente para comprobar la bondad de su propio pensamiento e intuición y comprender si era conforme a la voluntad de Dios.
Don Calabria nos dejó así muchas cartas, una verdadera mina de preciosos fragmentos de su pensamiento. Gracias a sus muchos escritos podemos decir hoy que el mensaje que más le importaba recordar a todos era ¡responder siempre al amor de Dios! No fallar a esa respuesta era el camino para "hacerse santos".
Una invitación impresionante, esa llamada a la santidad que se convertía así en el motor de cada opción y alimentaba los deseos y hacía que todo sacrificio fuese pequeño.
Pero, ¿para nosotros la santidad es un hermoso anhelo del pasado o es todavía hoy lo que nos mueve, motor y causa de nuestro obrar?