Con los ojos de la fe

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San Juan Calabria nos visita con sus lentes
Estos lentes que usó San Juan de Calabria no se sostenían por patillas apoyadas en las orejas, como las que conocemos, sino que eran llamados "lentes quevedos". Los cristales estaban conectados por un pequeño mecanismo de resorte, que ajustaba los lentes a la nariz y así permanecían en su posición. Para que no se escaparan de las manos, se ataban con un cordón, que también podía llevarse alrededor del cuello.
Este tipo de lentes se usó desde fines de 1800 hasta la década de 1930, pero Don Calabria no se preocupaba mucho de la moda y los usó durante toda su vida.
 
San Juan Calabria nos habla a través de sus lentes
A veces se dice que hay que ponerse "en el lugar del otro", pero sin duda sería mucho más interesante ponerse "en los ojos del otro" para observar el mundo como él lo ve, para detenerse en los mismos detalles y captar la importancia de las cosas según su “manera de ver”.
Y evidentemente no es cuestión de dioptrías... (n.d.t. dioptrías es la unidad que sirve para medir la graduación de los ojos).
 
Si estos lentes pudieran hablar, nos dirían lo que esos ojos vieron, pero más aún, nos mostrarían de qué modo aquellas imágenes que los atravesaban se recomponían en el corazón de don Calabria y lo llenaban de alegría, o de tristeza, de entusiasmo o de frustración. Nosotros también necesitaríamos lentes así, para comprender su capacidad de perdonar, de acoger, de bendecir y también de enojarse... ¿No sabían que los santos también se enojan? Ah, en ciertos momentos el Padre Don Calabria realmente se salía de sus casillas, y cuando le agarraban los "5 minutos", los hermanos decían que le venía la "calabrina" y que era mejor no estar cerca... para luego verlo reaparecer y disculparse inmediatamente por sus excesos. Pero era precisamente porque sabía ver más allá, porque a la luz del Evangelio no podía realmente aceptar compromisos, pedir descuentos, ¡jamás!
 
Gracias a ustedes, anteojos, que nos despiertan la curiosidad de ver el mundo con ojos distintos, pero no podemos hacerlo sin los lentes de la fe, los únicos que nos pueden acercar a la mirada de Dios. ¿Sabemos aún leer con la misma fe los acontecimientos que hoy nos interpelan?